Para alcanzar los objetivos sostenibles es necesario que la educación ambiental sea transversal y se aplique en todos los aspectos de la vida diaria
Seamos conscientes o no, prácticamente todas las acciones que hacemos tienen un impacto ambiental. Pensamos en qué hacemos desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir, qué recursos, suministros y productos utilizamos y cuales (mal)gastamos. Vasos desechables o reutilizables, papel de aluminio o puerta bocadillos, coche privado o transporte público, baño o ducha, compras en la otra punta de mundo o de proximidad. Son acciones que repetimos todos los días y que marcan la diferencia en el medio ambiente. Porque la responsabilidad que tienen las grandes corporaciones y administraciones no nos exime de la nuestra como ciudadanía.
Esta semana coincide la celebración de dos días importantes para crear conciencia particular y colectiva. El 26 de enero se dedica a la Educación Ambiental, día para divulgar y descubrir que las cosas se pueden hacer de otra forma. El día 28 reivindicamos la Reducción de emisiones de CO2. Una semana para aprender, tomar conciencia y para pasar a la acción.
La era de la circularidad
Nos dicen que los recursos del planeta se están agotando, pero quizás no sabemos qué podemos hacer para paliarlo. La sociedad debe avanzar hacia un modelo de economía circular que alargue la vida de los materiales y los productos. La sociedad del consumo hace que adquirimos productos sin cesar: nuevos, de última generación, y que a menudo no necesitamos. La moda rápida, los artículos desechables, no reparar pequeñas averías en lugar de tirar, el desperdicio alimentario… hacen desperdiciar recursos y además, ¡nos cuestan dinero! Todo se resume en las famosas R: reducir, reutilizar y reciclar.
El tratamiento de los residuos
En la planta del Polígono Riu Clar se valoriza energéticamente la fracción resto (contenedor gris) de gran parte del Camp de Tarragona. A través de este proceso, se produce electricidad y se dan nuevos usos a los materiales que no hacen combustión. La emisión de gases de efecto invernadero de la valorización energética es muy inferior a la que se produce en vertederos controlados, pero depende del tipo de residuos que llegan a la planta. Una buena recogida selectiva en origen, la que hacemos nosotros frente a la isla de contenedores, es óptima para una valorización energética más limpia y de calidad.
La gestión de los residuos forma una cadena de responsabilidad y, como personas consumidoras, nos encontramos en medio, entre quien fabrica y distribuye los productos y entre quien debe deshacerse de los desechos. Por eso es necesario que desde su origen se restrinja la producción y comercialización de los elementos de más difícil reutilización y reciclaje, estableciendo obligaciones a las empresas fabricantes en materia de prevención de residuos. Y, al mismo tiempo, es indispensable también que la ciudadanía tenga a su alcance y le llegue claramente la información sobre a qué contenedor debe depositar cada residuo, para poder ejercer su parte fundamental en esta cadena de responsabilidad. Porque solo sumando el esfuerzo de todos los eslabones de esta cadena lograremos los retos, en términos de sostenibilidad, que nos interpelan a todas y todos como sociedad.
Pau Ricomà
Presidente de la MANCOMUNITAT DE GESTIÓ INTEGRAL DE RESIDUS URBANS